Peluches con problemas 'humanos'


Princeton, un recién graduado, se encuentra ante el dilema de millones de personas llegado ese momento: ¿Qué hacer ahora?. La búsqueda de trabajo y apartamento llevan al joven ingenuo de la Avenida A a la Q, la única en la que se puede permitir pagar un alquiler. Y de la ilusión a la desesperación por la precariedad del sistema hay un paso: "¿Qué voy a hacer con mi licenciatura? Años de esfuerzo y reconocimiento me han dado este inútil papel...", empieza a cantar mientras enseña su título.

Pero no, esto no es un drama, básicamente porque Princeton es un muñeco y porque éste es el comienzo de Avenue Q, uno de los musicales que mayor éxito ha cosechado en los últimos años y que se estrena ahora en España. "Trata de lo que encuentran los jóvenes al dar el salto y convertirse en adultos", explicó en la rueda de prensa Juan José Rivero, el productor ejecutivo de la obra, mientras que a su lado, el también productor Marcos Cámara, añadió: "Rememora Barrio Sésamo y se intercalan personajes de la serie con personas reales, donde tratamos temas de actualidad como el racismo, el paro, la homosexualidad".

Y después de tres premios Tony al Mejor Libreto de Musical, Mejor Música y Mejor Musical y de su exportación desde Broadway a Reino Unido, Australia, Filipinas, Israel, México y Brasil, finalmente Princeton llega a España, al Teatro Nuevo Apolo de Madrid a partir del 23 de septiembre.

Pero no viene solo. A su lado otra serie de variopintos personajes (el adicto al porno Trekkie, el inversor de derechas que aún no ha salido del armario Rod o Kate, la profesora que aún no ha encontrado alguien que le quiera) se quejan de su mala suerte en la vida en el pegadizo tema 'Qué mierda ser yo'.


Muñecos muy reales

Los actores detrás de los muñecos coincidieron en el duro trabajo de preparación que han llevado a cabo, como Ángel Padilla, que da vida, literalmente, a Princeton y a Rod. "Ha sido muy duro, ocho horas de ensayo de lunes a sábado y luego llegar a casa a seguir ensayando. Ésta es mi obra número 57 y es en la que más he trabajado", reconoció el actor.

Junto a él actúa Leo Rivera, que encarna al carismático Nicky y al incorregible Trekkie: "El movimiento y manipulación de marionetas ha sido como aprender un oficio nuevo. Además tú no puedes corregir al muñeco, lo que está haciendo él lo estás haciendo tú y es como un trabajo de relojería, porque la diferencia entre que te mire o no es fundamental. Y a parte de eso, ¡hay que cantar y bailar!". Incluso bromeó con que se los hubiera llevado a casa: "No he dormido con ellos porque no me dejaban llevármelos".

Además, llevar el 'peso' de estos personajes, es complicado, según contó Padilla, que después de coger (siempre con un guante para evitar que el sudor los estropee) a sus personajes durante tanto tiempo notaba "dolor en las manos y en los hombros". "¡De hecho tenemos un fisioterapeuta! Y hay que calentar mucho antes de cada función", señaló. El actor contó también que los muñecos "son una copia fiel a los de Broadway, con la cabeza a escala aunque un poquito más grande para que se vean más. En otras producciones como en Italia por ejemplo los muñecos no tienen nada que ver".

Aunque Avenue Q se desarrolla en un barrio de Nueva York y se ha tratado de hacer una fiel adaptación de la representación estadounidense, los actores también se han llevado los personajes a su terreno. "He visto cuatro veces el musical de Broadway. En principio sólo nos basamos en saber manejar el muñeco que es lo más difícil y a partir de ahí empezamos a crear conceptos. Yo creo que he creado a los personajes desde mí, de hecho hay cosas que son mías", dijo Rivera.

Además, hay alguna mención a la situación española actual. "Nos han dado mucha libertad dentro de lo esquemático y rígido que es el trabajo -detalló Padilla-. Hemos metido una referencia a 'ZP' porque en la versión en inglés se hacía referencia a George Bush cuando se estrenó en 2003". Pero este musical hace una crítica más social que política.

Es probable que muchos de los cinco millones de espectadores que la obra ha tenido en los países donde se ha estrenado se hayan visto identificados por sus críticas en clave de humor. "Es arriesgado por el hecho de tratar temas adultos con muñecos pero espero que la gente lo entienda y le guste", explicó Noemí Gallego, que manipula a todos los personajes en algún momento de la función.

"Princeton piensa: '¿Qué coño haces?', y yo tengo 28 y aunque tengo claro a qué me quiero dedicar me siento en el paso [a la madurez] pensando: 'a ver qué hago'. Y en ese sentido tratamos temas muy cercanos y cotidianos como el sexo. Es una obra cómica con temas reales y muy de verdad", indicó la actriz.


Fuente: Adrián Martín (www.elmundo.es)

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