FIN DE PARTIDA



TEXTO: SAMUEL BECKETT
TRADUCCIÓN: ANNA MARIA MOIX
DIRECCIÓN: KRYSTIAN LUPA
INTÉRPRETES: LOLA CORDÓN, JOSÉ LUIS GÓMEZ, RAMÓN PONS Y SUSI SÁNCHEZ
PRODUCCIÓN: TEATRO ABADÍA, EL CANAL-Centre d'Arts Escèniques de Salt/Girona, Palacio de Festivales de Cantabria (Santander), Teatro Arriar (Bilbao) y Teatro Calderón (Valladolid)
TEATRE LLIURE (GRÀCIA)


Lupa ha convertido a Fin de Partida en una obra realista. Éste seria un gran titular y no habríamos mentido ni exagerado. Acostumbrados como estamos a estudiar y ver representaciones de esta obra en escenarios y escenografías diversas, esta vez todo es factible. Neil, Hamm, Nagg y Clov viven en un sótano y, según parece son los últimos supervivientes del viejo mundo.

Sin apenas víveres, ni luz, con las paredes pintadas de un verde oscuro sucio, con unas mini ventanas que no permiten ver que sucede fuera y con una trampilla que comunica con la cocina, nos recibe Hamm con su silla de ruedas y con un pañuelo tapándole el rostro. Después entra Clov, otra sorpresa, para Lupa es ella, Susi Sánchez, la encargada de que todo tenga un orden, incluso los padres, que se quejan desde el cubo de basura/ataúd donde viven.

Ante nuestros ojos tenemos una versión apocalíptica pero no absurda, los personajes son reales, y si tenemos en cuenta el mundo que nos rodea, incluso dejan entrever que no están demasiado alejados del nuestro, que tras ciertas acciones podemos ser ellos.

José Luis Sánchez espléndido, dibuja un Hamm entre un niño muerto de miedo, que pide calmantes a cada momento y los recuerdos del canalla que un día fue. Susi Sánchez consigue conmovernos, destila una inmensa tristeza a través de sus ojos, que intenta ocultar en gestos de esperanza en aras de un futuro incierto. Nagg y Nell, a pesar de su condición, son los más optimistas de los cuatro, no tan sólo en su discurso, sino también en sus actos, en su intento de beso frustrado.

A pesar de todo, la obra es la representación del tedio, y no sólo por los largos silencios que tanto le gusta utilizar a Lupa, sino porque el ritmo es tan lento, que sólo los ávidos ojos de un espectador habitual es capaz de soportarlo. El resto están demasiado acostumbrados al ritmo mediterráneo y se aburren.

1 comentario:

  1. jo no em vaig avorrir, però sí que és cert que els silencis encara em van provocar més sensació de claustrofòbia i d'angoixa. Amb Ritter... potser no estava tan justificat i em van molestar més, t'he de dir.

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