Julie Taymor: "La esencia del teatro está en su poesía"



El éxito del musical El Rey León tiene una protagonista que destaca por encima del resto de creadores: Julie Taymor. No solo es la directora del espectáculo, sino la responsable del vestuario, las máscaras y los muñecos, una baza fundamental del espectáculo.

El miércoles conoció a la compañía de la producción española de la obra, y trabajará con ellos hasta el estreno, el próximo 21 de octubre. No es su primera visita a España; «he estado dos veces. Una para la promoción de la película Frida, pero pasé casi todo el tiempo en este hotel, haciendo entrevistas con Salma Hayek. Y volví otra vez, ya de vacaciones, y visité Sevilla, Barcelona, Granada... Especialmente para ver y oir flamenco. Me apasiona».


¿Y no se le ha ocurrido hacer ningún espectáculo con flamenco?

Tengo ideas... Esta noche voy a ver a Farruquito, del que me han dicho que es muy bueno... Quizás lo haga próximamente... Adoro el flamenco. Me gustan las historias, vi a Sara Baras con un drama flamenco increíble... Y usé el flamenco en uno de mis montajes, Juan Darien, a Carnival Mass.

Ya que hemos empezado por aquí: el flamenco es un arte de raíz, y El Rey León tiene también mucho de raíz. ¿Es lo que más le interesa del arte teatral?

Totalmente, ahí es donde está el poder del teatro... En su más primitiva expresión. Platón ya nos habló de ello, de las sombras en la pared de una cueva. Con las manos se proyecta una sombra que es un conejo, y el público se olvida de las manos para fijarse en esa sombra. Olvidan el conocimiento, olvidan el fuego, olvidan la mano, se abstraen. Ahí nace el teatro. El público sabe que lo que ocurre en el escenario no es verdad; en El Rey León los espectadores pueden ver la manipulación de los muñecos, las máscaras, pero llega un momento en que ven más allá y se sienten en África, y ven un león, una hiena... Se entregan al juego que les proponemos. Y esa es la magia, la raíz del teatro, que no ha cambiado desde que nació en una cueva. El cine, la televisión, son más reales, más naturalistas, pero el teatro tiene un poder que no tienen esos otros medios. En la esencia del teatro hay una poesía que no se encuentra tan fácilmente en el cine y la televisión. En ellos los efectos especiales, los efectos visuales, ayudan a crear una realidad que el público reconoce, pero que es falsa. En el teatro se mantiene esa magia. Vuelvo a El Rey León: cuando sale el sol, todos ven que es seda y unos listones de madera que van subiendo... Pero aceptan que es el sol... Y ven el amanecer. El público lo siente, no necesitas darle todo literalmente, y entra en el escenario. Ellos construyen el resto de la historia. No necesitan ver al león completo; nosotros presentamos a un hombre con una máscara, pero ellos saben que es un león porque con los hombros, con otros movimientos, recordamos al león. Hay muchos pequeños detalles que hacen que el público participe. Nosotros vamos hacia ellos y ellos vienen hacia nosotros, y en ese punto intermedio está la magia del teatro. Los espectadores rellenan los huecos que dejamos. Y da igual que tengan cuatro o setenta años. Cuando ven la seda elevarse y las luces, saben que están en África y que está amaneciendo.

Sin comunicación no hay teatro...

En Occidente la gente usa mucho para comunicarse el teléfono móvil y se mira menos a la cara, y eso es un gran problema. Los humanos necesitamos del contacto con otros humanos, cuando estamos juntos se estimulan las emociones. Por eso las religiones tienen tanto poder, porque apelan a la espiritualidad del hombre, que es una de sus necesidades. Y por eso se pueden hacer tantas cosas en nombre del espíritu... Buenas y malas, se han cometido y se cometen muchas atrocidades invocando la espiritualidad.

¿Imaginación y emoción son para usted las palabras claves en el teatro?

Sin duda. Hay varios lugares que necesitas tocar: necesitas llegar a la cabeza y al corazón, también a las entrañas, y servir de inspiración. El público debe de salir del teatro no confundido, pero sí tocado. No sirve únicamente hacerle reír por reír; eso puede hacer que los productores estén contentos. Pero el teatro debe hacer que al público se le remueva algo por dentro. La historia de El Rey León es en realidad la parábola del hijo pródigo. Es una de las grandes historias de la humanidad, no importa a qué cultura pertenezcamos. Todos conocemos la historia del joven que se ve obligado a huir lejos de su casa y tener un largo viaje, una odisea, para luevo volver renovado. Todas las culturas conocen esta historia... En El Rey León es muy importante el sentimiento de incredulidad, que el público se asombre y diga: «No puedo creer lo que estoy viendo». Es habitual que después del primer número, 'Circle of life', hay gente llorando... Y todavía no ha sucedido nada. Porque los sentidos ya han comenzado a removerse, porque una cometa se ha convertido en pájaro. Y esa es la principal esencia de El Rey León: la alegría, la diversión, la belleza. También la historia, hay muchos niveles en este espectáculo.

Mucha gente asocia el musical con ligereza y mero entrenimiento, pero no siempre es así.

Ese pensamiento es muy común, incluso entre actores y directores, y desgraciadamente a menudo es verdad. Hay gente con mucho talento que puede hacer grandes cosas, pero el riesgo es un gran problema para los inversores, y estos prefieren asegurar, especialmente en lo concerniente al público infantil. En nuestro caso, existía la película de Disney, y eso era una garantía, aunque en el segundo acto hemos desarrollado mucho más la historia, sobre todo los viajes hacia la madurez de Simba y de Nala, porque en el teatro aquél tiene que demostrar que quiere ser rey. Y además contamos con la música, que tiene fuerza narrativa por sí misma. La canción 'Shadowlands' es un ejemplo perfecto. Es evocadora de África, y tiene tantos significados... A través de ella se transmiten los sentimientos de Nala, y el público de cualquier cultura puede entender su significado sin entender lo que se está diciendo. Es lo que hace que la música sea tan rica, porque es muy personal. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba, y cuando ayer la oí en el ensayo se me saltaron las lágrimas, porque no necesitas entender para sentir lo que se está diciendo. En este musical se utilizan cuatro idiomas africanos, pero el público no necsita entender lo que se dice en ese momento, porque el sonido del idioma ya es suficientemente expresivo. Ocurre como en la ópera, no hace falta saber italiano o alemán para comprender lo que se está diciendo en cada momento.


Fuente: Julio Bravo (www.abc.es)

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