Veinte años de drama


Dependiendo de cómo se mire, 20 años pueden ser un suspiro o una eternidad. Para la compañía Teatro Meridional, esas dos décadas implican un largo camino de aprendizaje y superación durante toda una vida profesional dedicada a las tablas. Y claro, eso hay que celebrarlo. La madrileña sala Cuarta Pared, que les vio formarse y transformarse en hombres orquesta del teatro, los acoge entre el 14 y el 31 de marzo para festejar la ocasión con cuatro espectáculos: un estreno, Una comedia americana, y tres funciones históricas: Negra!, Miguel Hernández y Calisto.

“Fundamos la compañía nada más salir del Conservatorio de Madrid”, rememora Álvaro Lavín, una de las tres patas originales de la formación junto con Julio Salvatierra y Miguel Seabra. Calentaba el verano de 1992, y Lavín y Salvatierra, dos jóvenes aspirantes a artistas habían viajado a Italia a estudiar la Comedia del Arte. Fue allí donde conocieron a Seabra, portugués, y con él dieron el salto al país luso “sin ninguna previsión de futuro”. Para su fortuna, su primer espectáculo, Ki fatxiamo noi kui, gustó, y mucho: no solo se expandió en el tiempo en Portugal -donde en 1994 ganaron el Premio Nacional de Teatro-, sino también en el espacio, hasta Marruecos.





Los siguientes cuatro años transcurrieron “casi exclusivamente” en Portugal, con alguna excursión a la sala Cuarta Pared, que les da telón y escena en su aniversario. A partir de ahí, se instalaron en España, donde pasaron otros cuatro años antes de escindirse en dos compañías bajo el mismo nombre: la rama de Portugal, con Miguel Seabra a la cabeza, y la española, con Julio Salvatierra como principal dramaturgo y Lavín como director y actor esporádico, y a la que se sumó la intérprete Marina Seresesky. “Nuestros textos eran en su mayoría bilingües portugués-español, por lo que nos recorrimos el mundo hispanoparlante y lusoparlante. Nuestra compañía tiene una clara vocación viajera: nos alimentamos de la energía que sacamos de los lugares que visitamos”, explica Lavín.

Un quinto de siglo después, de la compañía original les queda “ese espíritu por mantener la atención y el interés del espectador”, amén del placer de dedicarse a lo que a uno le gusta. “Nos divertimos con lo que hacemos, aunque tenemos un punto de vista muy intenso y muy serio”. Como compañía independiente, Teatro Meridional ha mantenido un núcleo duro estable, lo que les ha ayudado a forjar su propia identidad y su método de trabajo. “Tenemos a un autor como Julio Salvatierra, que sabe para quién escribe y nos conoce muy bien, y cuando hay un problema siempre está ahí. No es como enfrentarse a un texto de un autor al que no tienes cerca y con quien no te puedes comunicar”.

Para los fastos de estos días, la compañía ha seleccionado tres obras que han llevado en la maleta en multitud de sus viajes. Negra!, una historia sobre tres mujeres inmigrantes en España, la estrenaron en 2004; Miguel Hernández, de 2001, remite a uno de los autores de cabecera de la compañía: “Es un espectáculo que nos emociona mucho, y como tal esperamos que al público también”; y Calisto, un texto original de Salvatierra de 1997, resume el desarrollo del teatro desde la Comedia del Arte al teatro de texto isabelino, un devenir paralelo al de su compañía. El estreno, Una comedia americana, es una obra del dramaturgo inglés Steven Berkoff, “un autor fantástico”. 

Pero el camino aún no está andado, y ya hay proyectos para empezar a rodar las próximas dos décadas. “Lo que nos interesa es el mañana, el pasado ya da igual”, reflexiona Lavín. "Nosotros estamos en el teatro más vivos que nunca, pero además, desde hace unos cinco años tenemos un pie puesto en lo audiovisual: hemos hecho documentales, un corto, y tenemos en proyecto dos largometrajes”. Sobre el escenario, este verano repondrán Romeo, de Salvatierra, y para octubre tienen preparada una triproducción con Imprebís y Teatro del Temple, una obra sobre “la Transición, Adolfo Suárez y el alzheimer”.

Aunque a sus 20 años les ha tocado enfrentarse a una recesión que está arrasando con la cultura, la experiencia adquirida les hace mantener la entereza. “Es un momento duro, pero por ejemplo el inicio de una compañía también es muy duro, aunque lo afrontas con muchísima ilusión. En esta época difícil hay que ponerle voluntad y alegría. Ahora todos tenemos que poner nuestro grano de arena para salir de esta situación, pero en el teatro, aunque a veces parece que nos repitamos diciendo esto, lo cierto es que ya estamos acostumbrados a vivir en crisis”, asegura, para finalmente consolarse y consolarnos: "El teatro, el contarle una historia a los ojos a una persona va a vivir siempre".

Fuente: www.elpais.com

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