“Las mejores óperas están en el Madison Square Garden”



El Teatro Real le ha sacado esta mañana la lona a su espectáculo estrella de esta temporada. Y debajo estaban el director de escena Bob Wilson, el actor Willem Dafoe, la peformer Marina Abramovic y el cantante Antony. Los cuatro, acompañados del director artístico del coliseo, Gerard Mortier, y el director general, Miguel Muñiz, presentaronla esperada y rompedora (para los cánones de esta institución) Vida y muerte de Marina Abramovic. Una obra basada en la biografía de laperformer serbia en la que el músico pop Antony se encarga de la dirección musical y en la que se sustituye la orquesta por música tradicional serbia y un dúo de sonido electrónico. Ya sea por la confluencia entre la música popular y la culta, o por la atracción mediática que generan sus protagonistas, las entradas ya están agotadas.
Con esos mimbres, claro, la pregunta que volvió a planear por la sala de prensa fue la de si el público –y sobre todo el abonado más conservador- se sentará frente a una ópera o debe prepararse para otra cosa. Para Gerard Mortier, cuyo ideario artístico está configurado por la voluntad permanente de explorar estos límites, está claro. “Sí, es una ópera, una gran ópera. La historia de la ópera cambia. La normalidad de Mozart es diferente de la de Richard Wagner”. Para él todo encaja. Incluso Antony, según dijo, ha preguntado las mismas cosas que inquieren solistas como Plácido Domingo o Anna Netrebko.
El debate estaba encendido, así que Bob Wilson cogió el relevo nada más empezar su alocución. “Ópera quiere opus, trabajo. Se refiere a algo que incluye diversas artes. Y esta obra que presentamos incluye pintura, arquitectura, cine, canto, actuación... Así que en un sentido clásico de la palabra opera, esto lo es”, sostuvo el director de escena texano. “Opera no es algo que oímos solo, sino que vemos y donde usamos todos nuestros sentidos”.
Wilson no se anduvo con rodeos respecto a este asunto. Casi en tono provocador aseguró que las mejores óperas de los últimos tiempos se han visto en el Madison Square (recinto deportivo de Nueva York donde se realizan los grandes conciertos de rock) con las actuaciones de “Bruce Springsteen o los Rolling Stones”. Para él, "Nueva York se vuelto un lugar conservador aislado del mundo" que tiene mucho que envidiar a lo que se está haciendo en Madrid de la mano de Gerard Mortier. “Ojalá tuviéramos a alguien como él ahí. Alguien con el coraje de trabajar así, en un teatro como este. Para mí esto es lo que tiene que ser la ópera. Un género que está anclado en el siglo XIX. Necesitamos un poco más de equilibrio. Gerard toma riesgos como este de producir algo así. Nueva york es muy conservadora, mucho más que el Teatro Real”.
Alguien le preguntó a Bob Wilson en un momento dado –un asistente a la rueda de prensa que sostenía solo entrar en la sala que a él le aburría mucho el director texano- que si esperaba una reacción parecida a la que obtuvo con el estreno de Pelléas et Mélisande, donde según él, una gran parte del público se levantó en mitad de la obra para irse a su casa. Marina Abramovic y Antony se miraron con cara de hastío (venían prevenidos contra el habitual mantra de todo lo pasado fue mejor) y el cantante respondió: “No se preocupe. Hemos tomado precauciones y untado de pegamento los asientos”. Las carcajadas de la sala quitaron hierro al cargante debate, a estas alturas, sobre lo que puede o no hacerse en el Teatro Real.
Fuente: D. Verdú (www.elpais.com)

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