El teatro hace la Transición


Fuente: Miguel Ayanz/C.D.C. (larazon.es)

Cada país tiene sus mitos contemporáneos. Mientras EE UU ha convertido a Carter, Nixon, Bahía de Cochinos o el «Watergate» en ficciones notables, Italia ha transformado gracias a la ficción a «Il Cavaliere» en «Il Caiman» y Francia ha estrenado «biopics» sobre Mitterand, en España aún no hemos explotado los nuestros en profundidad. Que la figura política más respetada y jugosa del comienzo de nuestra democracia no fuera todavía materia teatral era llamativo. Quizá no era el momento aún. Parece que ya sí lo es. El Centro Dramático Nacional estrena el 8 de marzo Transición, el primer acercamiento de la escena a un periodo clave de nuestra historia reciente y, sobre todo, al gran protagonista de aquella hazaña.

En un hospital

«El personaje central es Adolfo Suárez (Antonio Valero) y después está todo el resto de personas que lo rodean. No es un retrato biográfico, por razones obvias de la situación en la que ahora se encuentra, hemos tenido mucho cuidado. Es un trasunto de Suárez: él entra en una clínica y está convencido de haber sido el primer presidente del Gobierno. Los médicos y enfermeros atienden a este paciente, que tiene ensoñaciones, y a través de lo que ve en la televisión, asistimos a su pasado», asegura Julio Salvatierra, que firma el libreto junto a Alfonso Plou. El proyecto en sí es un reflejo de la España que empezó a construirse durante la Transición: la de las autonomías. Tres compañías: una de Madrid (Teatro Meridional), otra de Valencia (L' Om-Imprebís) y una de Aragón (Teatro del Temple), han unido a sus autores de cabecera, directores (Santiago Sánchez y Carlos Martín) y algunos de sus autores para reescribir en clave dramática ese episodio de nuestra historia reciente con subvenciones de las tres regiones, que ahora se exhibirá en el Centro Dramático Nacional. Una experiencia poco habitual que ha levantado expectación, pues son tres grupos con gran personalidad y con un público fiel tanto dentro como fuera de la capital. Además, las tres han abordado, por separado, personajes históricos como Picasso, Galileo, Miguel Hernández...

«Hay varias líneas dramáticas entrelazadas: la historia de la clínica, momentos históricos y un mundo onírico», continúa Salvatierra. «Destacamos situaciones clave que van siguiendo la pauta de la Transición: cuando conoce al Rey, el momento en que es nombrado ministro de Franco, la dirección de TVE, el primer gobierno Suárez, la redacción de la constitución, el 23-F... No hay tiempo para una revisión a fondo: cada una de esos años daría para una obra completa».

Uno de los personajes con más papel es el Rey, que está interpretado por Carlos Lorenzo, pero también aparecen, de forma más esporádica, algunas figuras muy destacadas de aquel tiempo como Doña Sofía, (Eva Martín), Santiago Carrillo (Eugenio Villota), Torcuato Fernández Miranda (Balbino Lacosta) o el mismo Tejero (Carlos Domingo). No se trata, en cualquier caso, de una obra ideológica, como subraya uno de los autores: «La idea es más bien abrir preguntas que responderlas y tampoco asumir una posición política clara: es un periodo muy amplio que puedes asumir de muchas maneras. Le tenemos cariño a la figura de Suárez, aunque se le pueda poner peros en momentos y decisiones concretas».

El desafío era mayúsculo, pues no solamente había que dramatizar momentos que todos conocemos: existe toda una iconografía audiovisual sobre determinados momentos de este periodo, especialmente el 23-F. Además de esto, había que fundir la creación de dos autores y armonizar a un grupo de actores con un estilo muy acusado: «Ha sido un proceso bastante interesante, aunque complicado en algunos momentos –admite Salvatierra–: éramos dos autores que partíamos de elementos ya pactados sobre cómo enfocar el asunto. Aun así, la parte de escritura me parece más fácil que la de dirección porque teníamos más tiempo. La puesta en escena, que es responsabilidad total de Carlos Martín y Santiago Sánchez, se ha ido construyendo con mano izquierda y de manera muy satisfactoria. Se han repartido el trabajo bastante bien. Queríamos que fuera un espectáculo caleidoscópico, que hubiera una historia creíble con muchos planos. Considero que la obra se ha visto favorecida por la estructura creativa». Los ojos de los que vivieron aquel tiempo estarán muy pendientes del resultado final, pero también los de todos aquellos que conocieron esa realidad por los documentales de televisión. Es lo que tiene escenificar la historia reciente.

AL ESTILO JOGLARS
«Hay mucho de creación colectiva, al estilo de Els Joglars», confirma Salvatierra. La compañía, catalana, cuando estaba comandada por Boadella abordó periodos y figuras históricas, desde Dalí al «boom» de la cocina molecular española, siempre con mucha ironía y con una vocación de espejo deformante.

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