FUGA DE CONILLS


compañía ZERO10 TEATRE
dramaturgia y dirección MARTINA CABANAS COLLELL
intérpretes PAU ZABALETA, MARIA CIRICI y ARTUR RODRÍGUEZ
duración 70min
fotografías JUANMA VERDAGUER y ROGER TENIAS
producción ZERO10 TEATRE
SALA ATRIUM

Por si cabía alguna duda, la Sala Atrium es una de las salas imprescindibles de la cartelera barcelonesa y esta temporada sus montajes son extraordinarios. Proximidad, contemporaneidad y montajes que tocan la fibra la han convertido en un must to go para los teatreros. 

Hasta esta semana desconocía a Martina Cabanas, a pesar de su granado currículum a sus espaldas en compañías como Els Joglars  y con directores como Javier Daulte o Marina Bollaín. Fuga de conills es el primer espectáculo de esta compañía que busca un teatro de cercanía con elementos que vayan más allá del simple teatro de texto.



Y el resultado es una fiesta. Más allá de la que se vive en el escenario, el espectador disfruta viendo y haciendo suyas las frustraciones de estos tres peterpans a los que les prometieron un mundo que no existía. Pero como la resignación no está hecha para el ser humano, ellos siguen buscando su sitio aunque sea en una discoteca a las 4 de la madrugada.

La puesta en escena de Fuga de conills convierte a la pequeña sala del Eixample en una discoteca con DJ incluido. El medley de la noche triunfa por su extravagancia, desde Manolo Escobar pasando por Whitney Houston y acabando en Bowie.



La historia deja retratada a una parte de la generación que se encuentra ahora entre los 30 y los 40, muñecos rotos que una sociedad no ha sido incapaz de salvar. Quizás porque al fin y al cabo todos llevamos uno dentro, las interpretaciones son totalmente naturalistas, dentro del toque surrealista de la historia.

Combinación notable el texto, el gesto y el movimiento en un montaje que destila frescura y que está de plena actualidad. La escena final, que no explicaré, es una auténtica delicia. Esperemos que la compañía Zero10 Teatre siga evolucionando en sus propuesta y no sea flor de un día. De momento, estos conills ya nos han dejado huella.

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